La
respuesta de Jesús es categórica y enuncia una condición que no admite
excepciones: Sí, te lo aseguro: Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar
el reino de Dios (J n 3,3).
La
expresión que se traduce de nuevo significa en griego, al mismo tiempo, de
nuevo y de arriba.
Para
Nicodemo, la sociedad humana ideal, llamada en términos teológico s «el reino
de Dios», había de lograrse por la estricta imposición y observancia de una Ley
externa que regulase la conducta del hombre, tanto en su relación con Dios como
con el prójimo.
Jesús
no admite el presupuesto de Nicodemo. La Ley no puede llevar al hombre al nivel
requerido por la alternativa que él propone (“el reino de Dios”). La Ley no
cambia al hombre interiormente; a lo más, mejora su conducta exterior, reprimiendo
las tendencias de su egoísmo y señalando límites que permitan la convivencia.
Nada cambia sustancialmente.
En
cambio, la imagen de un nuevo nacimiento incluye la idea de ruptura con lo
vivido hasta el momento e indica una nueva clase o calidad de vida para el
futuro. El que nace de nuevo abre los ojos a un mundo nuevo y diferente, un
mundo donde las relaciones son distintas de las que existían en el antiguo.
El
nacimiento es «nuevo» o «de lo alto»; es decir, la vida que se comunica procede
«de arriba»; más adelante se explicará esta expresión. Lo cierto es que, para
Jesús, es ésta la condición para darse una idea de lo que es la sociedad alternativa, «el reino
de Dios»; quien no haya dado un nuevo comienzo a su vida no puede figurarse
siquiera lo que es; la Ley no da idea de él ni es medio para alcanzado.
El
reino de Dios, por tanto, siendo una realidad social, está ligado, sin embargo,
al cambio personal. Nacer de nuevo significa independizarse de un pasado,
comenzar una experiencia y una vida. Cada uno es resultado de una historia personal
y comunitaria, pero ésta no es la base última ni la preparación adecuada para
construir la sociedad nueva. Ni siquiera un pasado de paciente asimilación de
los principios y de la práctica de la Ley acerca a ella. La esperanza de formar
al hombre para el reino de Dios apoyándose en la Leyes ilusoria; se requiere un
comienzo nuevo y diferente.
Quien
permanece en la mentalidad de la Ley tendrá necesariamente una idea deformada
de lo que significa el reino de Dios y nunca percibirá en qué consiste su
verdadera realidad.
La
nueva sociedad presupone un hombre nuevo. De hecho, Jesús afirma que el plan de
Dios consiste en llevar a su acabamiento el ser del hombre, infundiéndole una
nueva calidad de vida (nacer de arriba).
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